La madrugada del lunes 7 de Mayo comenzaba a nacer, y un hombre "común y corriente" se encontraba tirado en una avenida. Vestía un sucio terno negro, lleno de manchas y lo que parecía ser rastros de lodo seco, y sus zapatos parecían haber pasado por algunos charcos.
Aquel hombre se encontraba boca abajo, como si estuviera durmiendo sobre una acera de la muy poca transitada Avenida Junín.
Los minutos pasaban mientras el frío comenzaba a apaciguar los viejos huesos de aquel hombre. Los rayos de luz color naranja empezaban a irradiar por toda la ciudad, pero aquel hombre aún seguía inconsciente, tirado en aquella acera.
Los nudillos del hombre dejaban ver tímidos rastros de sangre, y en las mangas de su camisa se encontraban pequeñas manchas escarlata. Llegó un perro callejero, olfateó el cuerpo tirado de aquel hombre y siguió con su triste caminar.
El cabello del tipo se encontraba húmedo y alborotado, era de un color negro oscuro que contrastaba perfectamente con su blanca y delicada piel.
Los olores típicos de la ciudad comenzaban a despertar, y los sentidos de aquel hombre también. Empezó a sentirse vivo, su corazón empezaba a latir otra vez; y con un respirar profundo, aquel tipo, regresó a la vida.
Apoyó sus débiles manos sobre la fría acera, se quejó un poco al hacer fuerza sobre el cemento húmedo y con mucho esfuerzo logró sentarse. De su nariz emanaba sangre tibia, eso significaba que estaba vivo.
El tipo se cogió la cabeza con ambas manos tratando de calmar el fuerte dolor que sentía. Miró hacia arriba, a un edificio de no más de 23 pisos. Se limpió la sangre de la nariz con el dorso de la mano y agacho la cabeza de golpe, parecía deprimido y descontento.
- Otra vez... No puedo creerlo. Salté desde la azotea y aún sigo vivo - tenía un tono cansado y agotado al hablar -. Mañana lo intentaré de nuevo – dejando escapar un sonoro suspiro, observó su quebrado reloj -. Debo apresurarme o llegaré tarde al trabajo.
[Imagen: Dawn by frankhong]
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