Una tarde de Abril marcó un encuentro que no olvidaré tan fácilmente.
¿El lugar? Una plazuela en el centro de la ciudad, donde se encontraba una estatua de piedra que se alzaba gloriosamente sobre los ciudadanos visitantes en aquel día.
Recuerdo a mucha gente en nuestro rededor, pero para mí solo existíamos tú y yo en aquel lugar.